viernes, 7 de septiembre de 2012

La distancia no es nada, cuando alguien lo es todo.

Paseó las yemas de sus dedos por cada uno de los resquicios de su cuerpo, haciéndola estremecer, llenándose de su esencia. Ella juntó los labios, borrando su pintalabios preferido, deseando que la besará de una vez. La miró a los ojos y no pudo contenerse, se abalanzó sobre ella, y pegó su cuerpo al suyo para poder sentirle cerca. Mientras, sus respiraciones se aceleraban y los besos se volvían más ardientes, se abrazaba a su cintura sin querer separarse, sin querer que durara un rato, si no simplemente que durara siempre, y que ese momento fuera eterno. Cuando dos gemidos rompieron el silencio hecho de susurro y jadeos, se detuvo lentamente y la besó en la frente, poquito a poco. Hasta que ella cerró los ojos, recordando su sonrisa.

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