miércoles, 6 de febrero de 2013



Odio despertarme como la mayoría de la gente, odio que el sol en la cara me obligue a despejar mi mente, odio estirar mi cuerpo, estar despeinada, acostumbrarme a la luz de la mañana. Cierto que una buena ducha y un buen desayuno puede alejarte un rato de todo lo tuyo. Pero no compensan y a veces me llena de orgullo.
Odio despertarme porque tengo que volver a las preocupaciones, al mundo real. Pero sobre todo porque abandono lo que parecía verdad, el mundo de los sueños, de mis sueños... Donde puedo estar contigo y hacernos sus dueños, donde puedo sentir tus caricias. Y tus besos. Donde puedo percibir tu olor, odio despertarme porque siento ese dolor. Porque el sueño que tan real parecía, se convierte en algo que jamás ocurrió, odio despertarme porque se me para el corazón.
Voy a contar la peor y a la vez la mejor historia de mi vida, conocí a una chica que conmigo en casi todo coincidía. Inteligente, le gustaba la música, era amable con la gente como yo. Así un día de repente pensé en ella y una extraña sensación abrió mi corazón y mi mente, si simplemente crecí en la calle acostumbrado a sufrir, sólo me despejo cuando me pongo a escribir, tarde… Esa noche sabía que no podría dormir, pensando en sus cualidades, en sus virtudes, intenté buscarle un defecto pero es que no pude. Así me enamoré de esta persona tan especial y a mi ignorancia, si tenía un defecto, la distancia. Desde entonces mis noches eran depresivas entre el insomnio y ella. Es triste, tan cerca y tan lejos, condenado fuiste. La quiero tanto que expresarlo con palabras no vale ni intentarlo, solo a mi lado puedo demostrarlo pero quien puede soportarlo. La presión, la tensión en el corazón, el ardor… ella y yo somos uno, no somos dos. Echarle valor aunque cueste dolor.
Cada noche me paro a escribirte unas palabras, para que sepas que aún sigo aquí, acordándome de ti, tras la distancia, mientras vivo el recuerdo de tu sonrisa amarga. Es entonces, cuando me voy a la cama, contigo en mi mente, con la esperanza de soñarte una noche más, con el deseo de que mis sueños se hagan realidad.

Allá donde estés.

Cierra los ojos y durante un instante piensa en lo bueno que tienes, en esas personas que hacen que tu vida tenga sentido. Piensa en lo que has vivido e imagina lo que te queda por vivir. Sonríe por ser quien eres y olvida todo lo que un día te hizo llorar. Porque no merece la pena sufrir, nadie tiene derecho a borrarte la sonrisa. Disfruta de aquellos que te quieren y te apoyan, que te abrazan cuando más lo necesitas y que siempre están ahí. O allí, no importa la distancia. Importan las palabras, los hechos, los momentos vividos junto a ellos. Importa cada segundo de felicidad que te han aportado. Porque tú eres importante, único y deber aprovechar cada minuto de tu vida. Y si es junto a esas personas, solo te queda darles las gracias y sonreír.